Muchos autores como Carl Sagan se han preguntado por qué la gente busca
y crea misterios donde no los hay y no presta atención a otros reales e igual de
fascinantes, según el autor.3 A esta pregunta caben varias respuestas a falta, quizá,
de teorías más firmes:
- Para el historiador Adolfo Domínguez Monedero apunta que los misterios y su
resolución es una parte importante del atractivo que desprenden ciertas
disciplinas y ciencias, en concreto la Historia Antigua.4 En esta misma línea
de pensamiento se coloca el ya citado Sagan para quien la experiencia de descubrir
algo no se olvida, aún siendo "la última persona en el mundo en descubrirlo".
Por lo tanto la existencia de misterios es necesaria para obtener el placer del
descubrimiento.3
- Periodistas escépticos como Luis Alfonso Gámez, Javier Cavanilles o Mauricio-José
Schwarz, entre otros, afirman que bajo muchos misterios, o falsos misterios,
existe un afán de lucro por la comercialización de libros, revistas, pagos por
entrada y otras prácticas. Sería el caso del origen del Sudario de Turín o las
Caras de Belmez.5